Con respecto a la leyenda anterior, hay otra bastante similar, cercana geográficamente y además involucra el ánima de una mujer. Se cuenta que el tramo de carretera que está entre Santa María Tequepexpan y San Sebastián El Grande, a seis kilómetros de Santa Anita, una mujer fue atacada sexualmente por varios hombres, después de violarla la asesinaron.
Con el transcurrir del tiempo por ese camino se hizo una carretera que une a varias poblaciones incluyendo a Santa Anita. Los árboles son muy altos e impresionantes, la carretera forma una “S” en la cual ha habido muchos accidentes, sobre todo por las noches.
De unos años a esta fecha, refieren que al pasar por ahí, ya de noche (los que viajan solos), ven a la orilla de la carretera una mujer vestida de blanco. Por señas les pide un “aventón”. Si se niegan de improviso aparece dentro del vehículo como una compañera de viaje. Al sorprenderse por la aparición de la inesperada acompañante, que les sonríe dejándoles ver una cara tétrica, pierden el control del volante. Se comenta que muchas cruces que están por el camino, son señales sepulcrales de ese encuentro. Hombres que han muerto en el accidente provocado por la solitaria mujer en blanco.
En el año de 1990 Juan Manuel Sánchez Mora, chofer de la ruta 175 Santa Anita-Centro, le toco hacer el último viaje de Guadalajara a esta población y llegó sin novedad. Al regresar a la ciudad, su amigo también conductor de la ruta, Juan Pedro Núñez, con una cerveza en la mano, pidió que lo llevara, pues su casa quedaba de paso, por Lomas de Polanco. Salieron en el autobús por la brecha de Santa Anita a Santa María Tequepexpan y realizaron parte del trayecto de manera normal.
Al pasar por La Calerilla en la última curva, ya muy cercana a la hacienda del mismo nombre, Juan Manuel observo que próxima al camión se encontraba una mujer vestida de blanco. A simple vista tenía el pelo lacio, hasta media espalda, pero como era un escéptico que se negaba a creer en cuentos y leyendas. Nunca pensó que fuera la misma mujer de la leyenda.
Su amigo le dijo: “Mira, ¡Que extraño, que una mujer ande sola a estas horas!” (Eran las once con treinta minutos de la noche aproximadamente) A medida que recorrían la distancia hasta ella, se percataron que la mujer tenía un aspecto anormal, que hizo que los dos sintieran pavor, pues a medida que los dos se acercaban a ella, la cara empezó a deformársele. Lleno de pavor Juan Manuel pisó el acelerador al momento en que pasaron cerca de ella. Vieron azorados como la cabeza del fantasma quedó a escasos centímetros del espejo retrovisor. A Juan Pedro se le cortó la alegría cervecera que traía; toda su plática era “¡¿Viste?!”, y Juan Manuel contestaba: ¿Por qué crees que vengo con esta velocidad?
Después de este acontecimiento, Juan Manuel pidió cambio de ruta. En tanto que se la concedían pidió a su abuelo que le acompañara en el viaje de la mañana porque aún estaba oscuro. Cuando el anciano no podía acompañarlo, Juan Manuel rezaba en el tramo en el cual había visto la aparición y aceleraba por si las dudas.